Claves para una vida más plena y productiva.
A veces todo o casi todo depende de ti. A veces parece que son otras personas o el azar quienes definen lo que vaya a ocurrir.
La ropa que elijas para ponerte hoy es un ejemplo de lo que depende de ti: dependiendo de cómo está el clima, del humor que tengas para llevar determinado color, de las actividades que vayas a hacer (claro, no es lo mismo si voy a la oficina, al gimnasio o a una fiesta de gala). Se tienen en cuenta las condiciones y la decisión es plenamente tuya.
Cuando hay eventos fortuitos, como cuando suben las tarifas de los servicios, no puedes cambiar los hechos, solamente puedes elegir cómo quieres sentirte respecto a ello, cómo responder a eso que está pasando. Para esto, puedes preguntarte ¿Cuánto voy a permitir que me afecte emocionalmente? ¿Cuánto tiempo de tema de conversación le voy a dedicar en mis reuniones sociales?
Para pensar en esto me encanta Epicteto, un filósofo estoico griego cuya obra enfatiza la importancia de distinguir entre lo que está dentro de nuestro control (nuestras propias acciones y reacciones) y lo que está fuera de nuestro control (eventos externos y acciones de otras personas). Desde su mirada, practicar la aceptación y centrarse en lo que uno puede controlar ayuda a mantener la calma ante las dificultades.
También la popular Oración de la Serenidad, que se le atribuye al teólogo protestante estadounidense Reinhold Niebuhr dice: “Dios, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el coraje para cambiar las cosas que puedo, y la sabiduría para reconocer la diferencia.” Más allá de las convicciones religiosas que puedas tener, la frase enmarca muy bien la necesidad de diferenciar, para elegir de una manera sabia, dónde sería más efectivo poner tu energía: si en resolver lo que está ocurriendo, en elegir qué significado darle para vivirlo mejor.

