Hay decisiones que son más sencillas y otras más complejas de resolver. Por supuesto que lo que para algunas personas es fácil de decidir, para otras puede ser todo un mundo. Como un concepto muy general, una decisión difícil podría ser una donde:
- Las opciones son igualmente atractivas o desagradables, es decir que no hay una opción claramente superior a las demás.
- Tiene consecuencias importantes y puede tener un impacto significativo en tu vida, en tus relaciones, en personas que son importantes para ti.
- Esas consecuencias poseen gran carga de incertidumbre, no tienes certezas sobre el potencial resultado de cada una de las opciones, ya sea por lo novedoso del ámbito en el que estás decidiendo, la escasa información o complejidad del asunto sobre el que estás decidiendo.
- Cuando las consecuencias pueden ser irreversibles o muy difíciles de revertir, es decir que una vez que tomes la decisión, se torne muy improbable cambiarlas.
- Decisiones que implican conflictos de valores, que te dejan en una posición súper incómoda al escoger entre dos o más valores que son muy importantes para ti.
- Suelen involucrar emociones intensas, como el miedo al fracaso o al error, o la ansiedad por las repercusiones negativas o desconocidas que pudieras imaginar.
- Requieren esfuerzo por su nivel de procesamiento cognitivo para evaluar múltiples opciones, los pros y los contras, y las posibles consecuencias.
- Pueden generar conflictos internos entre deseos, obligaciones, valores o intereses.
Las decisiones difíciles forman parte inevitable de la vida, hay quienes no las toleran y dejan todo en manos del destino, de Dios, o de que simplemente pase el tiempo. Aunque parezca que no, el no tomar estas decisiones es a su vez una decisión : “decides que no vas a decidir” y eso no te exime de las consecuencias.
El concepto de «decisiones difíciles» ha sido explorado por varios autores y en diversos contextos, abarcando desde la ética y la filosofía hasta la economía y la psicología. Aquí te presento algunos de los más destacados:
Ruth Chang es una filósofa conocida por su trabajo la temática de las decisiones difíciles. Ella argumenta que las decisiones son difíciles porque las opciones en juego son técnicamente «incomparables», haciendo que la razón no pueda dictar una elección clara, y abriendo espacio factores como la identidad personal, los valores y la voluntad. Algo similar describe Joseph Raz, de la misma rama del conocimiento, explicando que en estos casos no hay opciones que sean objetivamente superiores y se pueden transformar entonces en una oportunidad para ejercer la autonomía, y que decidas qué valores priorizar, lo que muestra tu modo único de afrontamiento.
Algunas estrategias para tomar decisiones difíciles
Quizás pueda ayudarte con algunas sencillas estrategias para tomar este tipo de definiciones, y pueda apoyarte entonces a que lo transites de una manera más efectiva, reduciendo la ansiedad durante este proceso. Deseo que esta sencilla guía te sirva de orientación:
Si lo deseas, toma papel y lápiz, responde a estas preguntas y agrega las que puedan aportar para tu situación específica:
1- Define claramente el problema: ¿Cuál es exactamente la decisión que tienes que tomar? Trata de definirla lo más concisa y acotadamente posible.
2- Identifica las opciones: ¿Cuáles son las posibles alternativas entre las que puedes elegir? Al contrario que en la primera pregunta, aquí te invito a desarrollar un listado lo más extenso posible, sin descartar ninguna opción en principio, al estilo de una tormenta de ideas. Luego podrás afinar y seleccionar, pero vale decantar en papel todas las opciones para que no queden rondando por tu cabeza, ya que eso puede restarte claridad.
3- Evalúa las consecuencias: ¿Cuáles son los posibles resultados de cada opción? A jugar con la imaginación, serán potenciales consecuencias que imagines de cada una de estas opciones. Piensa en las derivaciones que podría tener para ti, para personas involucradas, para tu futuro, o para cualquier otro factor específico de acuerdo a la decisión que estés por tomar, como podría ser calidad de vida, finanzas, etc.
4- Considera tus valores: ¿Qué valores son los más importantes para ti en esta situación? ¿Hay valores o principios que sean para ti negociables, o alguno definitivamente innegociable? Este puede ser un factor determinante para definir desde tu absoluta coherencia e integridad.
5- Busca información adicional: ¿Existe alguna información extra que pueda aportarme para tomar una mejor decisión? Aquí resulta importante atender a qué tipo de información buscas, ya que la tendencia suele ser a buscar información confirmatoria, y esto también te puede dar pistas acerca de lo que intuitivamente quieres decidir.
6- Pide consejo: Hablar de lo que tienes que resolver con personas de confianza puede aportarte nuevas perspectivas. Más de una opción también te puede brindar una amplitud de perspectivas. Ten presente que cada persona opina desde sus propias experiencias, y no necesariamente logran posicionarse en la tuya, sin embargo pueden ayudarte a pensar.
7- Si te agobia, toma un descanso: A veces, tomar un tiempo para reflexionar puede ayudar a aclarar las ideas. Eso sí, ponle plazo, ya que puedes quedarte evitando tomar la decisión y tenerla pendiente te quita energía para seguir adelante.
8- Si sientes que a pesar de esto no logras adoptar una determinación, considera un apoyo profesional que te sirva de orientación, y esto no necesariamente es un proceso psicoterapéutico, puede ser una sesión única para aplicar una técnica de resolución de problemas, que te aclare aquellos puntos que, si ya trabajaste aquí, tendrás la ventaja de llevar adelantados.

