Paso hoy aquí en primera persona la voz de niños y niñas que en consulta comentan diferentes situaciones que los colman de bienestar, armonía, gratitud. Hijos e hijas que siempre están atentos al clima emocional, sí, aunque no lo digan en voz alta. Sin embargo, cuando se atreven a abrirse a compartir su mundo interno, y tienen las palabras para expresar lo que viven en mi espacio de la escucha profesional, comparten estas situaciones que muchas veces sin que ellos lo sepan, son el resultado de lo que se trabaja en las sesiones de orientación a sus padres, y profesionalmente hablando, eso es una maravilla.
Hoy quiero compartir algunos mensajes sabios de quienes hacen que los padres sean padres:
Papá y mamá me enseñan muchísimo a través del trato respetuoso y cordial entre ellos, incluso desde que están separados. Me hace mucho bien cuando:
Priorizan mi bienestar
Las diferencias entre mis padres no afectan el amor y el apoyo que me brindan. La comunicación y la colaboración entre ellos crean para mí un entorno familiar estable y seguro. Yo lo necesito y me hace mucho bien.
Evitan el conflicto y la confrontación
Ellos saben de la importancia de una comunicación civilizada y enfocada en mi bienestar. No se critican, desvalorizan ni cuestionan el uno al otros. Eso me da tranquilidad y sensación de seguridad.
Respetan los límites y la autonomía de cada uno
Cada cual toma sus propias decisiones. Respetan esos espacios individuales y evitan interferir en la vida personal del otro. A mí no me hacen más comentarios respecto de la vida del otro, y ver que esto es así me relaja.
Fomentan la comunicación
Siempre me animan a que hable con ambos. A mí se me hace más fácil así, mis emociones se aquietan porque sé que cuento con la apertura de ambos para escucharme y comprenderme.
Las actitudes en la relación entre los adultos juega un papel fundamental en el desarrollo de los hijos, que ciertamente marcará un modelo: para a seguir o para evitar.

